lunes, 10 de agosto de 2015

Viajero.


Yo le quería, le adoraba pero eso no fue suficiente.


Era feliz sin ti, vivía la vida como quería y andaba por ella sin que nada me preocupara. Sabía que existías, pero no eras parte de mí. Un día decidiste aparecerte, formar parte de mi historia; aunque no querías permanecer tanto tiempo en ella, eras sólo un viajante, un visitante más. Te acepté, te instalé en el mejor de los lugares y te compartí mis secretos. 

Al pasar del tiempo no podía andar por ahí sin saber algo de ti, me preocupaba esa dependencia, esa estúpida y cruel dependencia. Esperar tus mensajes, tus llamadas y tus visitas era cada vez más desesperante. Me estaba volviendo loca por un viajero sin destino. Te ibas y regresabas cada vez que querías, me extrañabas y me odiabas dos veces por semana, "quererme" era algo muy falso, "quererte" era en realidad muy malo. 
Te ofrecí el mejor de los hospedajes, te brinde la mejor de las atenciones y sólo eras tú quien importaba en esta historia. Me olvide de mí para enfocarme sólo en ti. Te quería más de lo que imagine algún día. 

Llego la hora de tu partida, yo no la esperaba, agarraste tus cosas y te fuiste sin decir nada. El corazón se me hacia chiquito, se partía en cachitos, y yo sin poder hacer nada. Esta vez te fuiste y no volviste enseguida, no me quisiste después de odiarme. 
Me aferre a ti por un largo tiempo, te soñé, te llamé, te lloré. Tú nunca volviste. 

Ahora intentó rehacer mi historia, como cuando sabía que existías pero no me importabas, como cuando no me llenabas el alma. Era mejor dejar que siguieras tu viaje, no puedes obligar a nadie a quedarse y era un hecho que tú no querías quedarte.

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