Alguna vez leí en un libro que existen dos tipos de personas, "los dejados y los dejadores".
Por alguna razón me identifique con el grupo de los dejados, y es que me pongo a pensar y en mis relaciones o intentos de relaciones terminan dejándome y aunque no quieras eso te causa algo, como un sentimiento reprimido, un miedo que no quieres sentir pero siempre está ahí.
Cuando crees que encontraste a la persona indicada y para ti todo va bien, tu miedo ya esta planeando como defenderse ante un ataque del "enemigo en turno" aunque dicho ataque sólo lo vea él. Es como un mecanismo de defensa ante el amor por el daño que te han causado,y hasta cierto modo esta bien porque en ocasiones aunque tu corazón diga que es el elegido todos tus otros sentidos saben que no lo es y ese miedo te ayuda un poco a cambiar de opinión.
Pero el miedo también aleja a las personas, te predispone a lo que sucederá. Es triste despertar todos los días pensando en si ya te dejo de querer o cuantos días más se va a quedar, eso se refleja y los aleja. Piensas tanto en que te van a dejar que así lo hacen, recuerda "no desees tanto lo que sueñas, pues se puede hacer realidad". Y el miedo, el maldito miedo sólo te da inseguridad.
Pero, ¿qué sucede cuando encuentras a esa persona que te quita los miedos?
Estoy segura que te sientes mejor que nunca, es tan grande tu felicidad que no te cabe en el pecho. Tu sonrisa siempre está ahí, donde debe de ir. El corazón se acelera y calma todos sus males. Tus ojos tienen un brillo inigualable. Y lo más importante, todos tus sentidos están de acuerdo, la razón y el corazón piensan exactamente lo mismo y el miedo esta encantado al igual que tú con el nuevo "enemigo" que al parecer no tiene nada de malo.
Todo irá bien por un tiempo, se van a conocer, comenzarán a sentir algo el uno por el otro hasta que llegue ese día en el que tu miedo por más enamorado que este va a salir a defenderse. Ahora no tiene miedo de ser dejado, sino que no sabe que sigue después y eso es lo que le preocupa. Por años se ha quedado estancado en lo mismo, no ha habido nadie que le de tranquilidad, esa que ahora está sintiendo.
El miedo tiene miedo de volver a alejar a las personas, en especial a esa que le está dando tanta paz.
Ahora bien, ¿qué espera el miedo de su enemigo encantador?
No quiere todas las flores y corazones (aunque le encanten los girasoles en secreto), tampoco quiere todo el tiempo para él (pero le gusta que se lo den), no quiere un esclavo que sea su propiedad (pero tampoco un libertino). El miedo quiere sonrisas, miradas, palabras, secretos, pláticas largas, apretones de manos, abrazos y besos. Le gusta lo cotidiano, lo que hace a la otra persona ser especial y eso es lo que anhela.
Si le pudiera decir algo al enemigo de mi miedo, sería más o menos esto:
"No dejes que este se apodere de nosotros, ayudalo a confiar y a salir adelante. Muestrale el camino que debe seguir sin dejarlo solo, se puede perder ya que es muy tonto. Convencelo de que lo que hay más allá es bueno para ambos y hazle saber que tú no sientes miedo aunque lo hagas. Y sobre todo demuéstrale que estas seguro de lo que quieres, si es que así lo quieres.
No le mientas nunca a mi miedo y te aseguro que te hará feliz, incluso más de lo que él pueda llegar a ser".
Si el miedo tiene tranquilidad no va a dejar ni a ser dejado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario