sábado, 5 de septiembre de 2015

Un hábito.

- Yo sé que es mejor así, que estemos lejos pero algo muy dentro de mí se aferra a que sí me quiere o le importó - seco mis lágrimas y tragó el nudo que hay en mi garganta -. pero mi razón sabe que eso es mentira. De verdad que ya no hay nada por hacer, ni decir, sólo me queda esperar y que el tiempo sane todo. Aunque sé bien que el tiempo no sana nada, lo tengo que hacer yo. 

Mi madre peina mi cabello con su mano mientras mi cabeza está en su pecho. No puedo dejar de llorar y ella intenta que lo haga.

- Cariño no sé ni que decirte porque no creía que fuera tan grande lo que sentías por él, pero ahora veo que lo es y aunque no me guste, ni nos guste, es algo que no se decide, que sólo pasa y necesitaras tiempo para poder dejarlo ir. 

Suspiró intentando pensar que contestar a eso y digo:

- Madre, ni siquiera yo sabía lo mucho que llegue a sentir por él - suspiro de nuevo -. Se metió de la nada en mi corazón y por más que quiero sacarlo se aferra a estar ahí, es algo que yo no quería y paso. No me gusta pensar en él, ni checar sus conexiones o su perfil de Facebook, tampoco me gusta hablar de él con mis amigas, ya no quiero - trago saliva -. No recuerdo cuando comencé a hacerlo, cuando le di el mayor puesto a él y me convertí en sumisa de mis sentimientos - levanto la mirada hacia mi madre y hago un puchero -. Quisiera borrar de mi memoria la parte donde aparece él, no recordarlo más, ni siquiera saber que existe pero estoy consiente que eso es imposible y debo aceptar esto - seca las lágrimas que corren por mi cara con su mano y me deja seguir hablando -. Debo hacer a mi corazón fuerte, soldar los pedazos y hacerlo frío, tan frío que ya no sienta nada... Ni el dolor, ni todo el amor. 

Toma mi cara con sus dos suaves manos y se dispone a hablar.

- Hija, sé lo difícil que eso es y más cuando Alexis es tan egoísta, que si le da la gana vuelve como si nada y sé que ahí vas a estar, porque a mi también me paso muchas veces con tu padre. Quisiera poder ayudarte tener la fórmula para que lo olvides pero no, no existe y no queda más que afrontar esto y aunque sé que duele va a pasar y será sólo un recuerdo como los demás - me da un tierno beso en la frente y abraza mi cabeza de nuevo a su pecho -.

- No sabía que fuera tan débil, nunca lo había sido. Si me herían le mandaba por un tubo y seguía con mi vida, no era tan idiota para volver con alguien, para creer de nuevo en él. Tú me enseñaste a ser así.

- Sí, yo te enseñe lo que era ser fuerte, no dejarte de nadie, pero en el corazón y en el alma no se manda

No sé que decir a eso, pues en cierto modo tiene razón, pero respondo.

- No sé que hizo, pero saco a esa idiota que volvería a estar para él cada vez que se le diera la gana de quererme otra vez. Ni siquiera me siento enamorada, sin embargo estoy agonizando, Madre. 

Nunca había tenido una conversación así con mi madre y la verdad era que me hacia sentir bien que me escuchara y me diera ánimos. 
Me apretó con más fuerza hacia ella y recargó su cabeza en la mía.

- Me duele tanto verte así, eres mi hija. Quisiera ir detrás de ese hijo de **** y hacerlo pagar por el daño que te está haciendo. 

Estoy sorprendida, pues mi madre no es de esas que dice palabrotas, pero tal vez yo haría lo mismo si fuera mi hija a quien veo sufriendo.

- Ya no sé si el daño me lo hace él... o yo. ¿Cuándo desaparecerá esto que siento?

- Cariño, un hábito tarda 29 días en desaparecer. Tú ya llevas 10 sin él, pronto pasara.

Me aparto de su pecho, bajó y subo la mirada varias veces hasta que digo en un tono de resignación:

- Madre, él no era un hábito, él era amor. 

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