jueves, 11 de junio de 2015

Una loca enamorada.


A veces me pregunto qué habría pasado si hubiésemos coincidido al mismo tiempo y en el mismo lugar...

Tal vez nuestra historia sería una de las más bonitas jamás contada y los corazones, las flores y el romanticismo formarían parte de ella. Seríamos tan felices juntos. 

Lo conocí un domingo cualquiera, un día tan normal, en uno de esos que sientes será el mejor de todos. Yo no sabía quien era y ni imaginaba lo profundo que llegaría a meterse en mi vida, pero no era uno más del montón había algo que lo hacia diferente, algo que le daba luz. 

Se acerco a mí y dijo "hola", en ese momento juro que fue inevitable no enamorarme de su sonrisa o de esa dulce mirada. La verdad no sé que decía, no lo escuchaba pues estaba perdida en su cara y la forma en la que movía los labios al hablar. Era... no sé lo que era, pero me gustaba. 
Pasaron semanas y sólo pensaba en aquel Domingo donde apareció, me gustaba pensar en él e imaginar que él también estaría pensando en mí. Era linda la idea. 

Al despertar un sábado sin ganas de ir al trabajo, tome mi celular y cheque la bandeja de entrada de mensajes. ¡Oh sorpresa! Él encabezaba la lista y sin darme cuenta ya estaba sonriendo como una tonta enamorada. 

"Buenos días ojos bonitos, espero y tengas un excelente día." 

Recuerdo que leía una y otra vez el mensaje antes de contestar, quería asegurarme que fuera verdad. 
Comenzamos a enviarnos mensajes con más frecuencia hasta que lo hacíamos día y noche, hablábamos de cualquier cosa y por más simple que fuera el otro la hacía interesante. Me encantaban sus mensajes. 

Al volvernos a ver, intentaba escucharlo pero mis pensamientos me sacaban de la realidad y tenía una pequeña charla con mi yo interno (las dos coincidíamos en que era diferente). Me toco hablar a mí y no hacía otra cosa más que verme y sonreír, eso era intimidante y a la vez muy lindo, aunque prefería que no lo hiciera pero él insistía en seguirlo haciendo 
Hablamos por horas y era realmente increíble lo que me hacía sentir que ya no quería despedirme nunca de él y aguantarme días hasta volverlo a ver. Era eso que siempre busque, el romántico empedernido que no lograba aburrirme.

Un día al estar juntos toco una canción para mi con su guitarra, siendo sincera me emocione tanto y me hizo adorarlo aún más. Al terminar la canción le robo un beso a mis labios y después se le escapó un "te quiero", no supe que decir, también lo quería pero sólo sonreí. 
Después ya era normal que tocara su guitarra para mí más veces a la semana y cantáramos juntos con esas ganas de terminar la siguiente canción y poder llegar al beso final. Ese gran final era mi favorito.

"Sabes, aunque parezca tonto estoy enamorado de ti y te quiero. Tienes unos ojos hermosos, una sonrisa de millón y tu forma de ser enamora a cualquiera." 

Jamás imagine leer eso, alguien sentía lo mismo que yo por él. Mi yo interno tenía su propia fiesta de bienvenida, sacudía telarañas, limpiaba los muebles y resanaba grietas de las paredes. Yo estaba dispuesta a dar todo, quería estar con él siempre.
Estaba segura de que él sería el más bonito abril en aquel nublado otoño, pero era aquí donde siempre terminaba todo.

Me gustaría fuera real. Me gustaría que todos los días me dedicara una sonrisa, no sólo en mis noches locas...

Era bonito pensarlo, lo hacía a diario, y aunque únicamente estaba en mi mente me gustaba imaginar la misma historia cuando lo veía con esa sonrisa de la que me enamoraba cada vez que lo soñaba. Esto me pasaba con sólo verlo parado al otro lado de la calle, sin que él pudiera verme, sin que yo existiera en su mundo, aunque para mí, él fuera siempre mi único mundo.

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