Han pasado 54 días desde que
decidiste irte, aquí el reloj sigue sin avanzar, pues hay un dolor en el
corazón que no se explica de ninguna forma.
Siempre dije que el corazón no dolía por un amor, que esas eran mentiras de la gente enamorada, luego te
fuiste, y sentí como se clavaba en mi pecho tu partida. Dolía inexplicablemente
a modo de dejarme sin aire. Lagrimas rodaban por mi cara mojando la playera que
llevaba puesta desde hace días. Me dejaste en pausa y ha sido difícil volverle
a poner play a mi vida.
Cada día que pasa no sé si dueles
menos o me voy acostumbrando al dolor de la herida.
Hace 54 días te fuiste, pero te
quedaste intentando resolver las marañas de tu cabeza, y aunque sabía que eso
me hacía daño, prefería tenerte así a no tenerte. Pues me sentía completa al
menos hablando contigo por mensajes.
Llevamos 5 días de contacto cero y ciertamente se han sentido como una eternidad.
Se siente raro no saber qué haces, qué pasa por tu mente, o si tu rutina ha cambiado. Pues ya sabía que al despertar me dabas los buenos días, te bañabas e ibas al trabajo. Me gusta imaginar que aún piensas en mí, que en cada momento del día estoy presente con cualquier cosa que quisieras contarme, o que mueres de ganas por mandar un mensaje pidiendo verme y volver a estar juntos. Se vale soñar, ¿no?
Van más de dos veces que estoy a
nada de romper la regla de no hablarnos. A más de dos veces de decirte que te
sigo amando como desde el primer día en el que te vi a los ojos y solo lo dije,
pero no puedo. No puedo ser egoísta con mi dolor y con el tuyo.
Lo más raro de todo es que cuando
te conocí nunca pensé en que estaría pasando por esto, pues siempre imagine mi
vida a tu lado. Esa conexión que tenemos es única, pero a veces las conexiones
fallan. Que seas el amor de mi vida, no quiere decir que seas el amor para mi
vida, aunque si soy sincera, es con lo que más he soñado.
Decidimos dejárselo al destino, pero nunca he creído en él. Para mí, cada persona es quien traza su camino, le vamos ayudando, y para hacerlo en pareja, no puede ser trazado por una sola persona. Se necesitan dos. Te necesito a ti.
Ya olvide la última vez que
escribí algo de desamor, pues mi corazón contigo estaba completo y sé perfectamente
que el tuyo lo estaba igual conmigo.
¡Maldita distancia!
Pensé que nunca nos sabotearía de
esta manera, pues el más seguro de eso eras tú, ayudándome a creer que todo
estaría bien y calmando la ansiedad de no estar cerca de mi compañero. Pero termino
llenándote de dudas a ti. Fue a ti a quien la distancia le hizo la mala jugada.
Y no porque no me quisieras, sino porque ya no podías estar más lejos de mí, te
dio miedo siempre estar así. Bueno… eso fue lo que dijiste.
¿Pero quién no tiene miedo?
El miedo nos ayuda a sentirnos
vivos, de una manera extraña, pero lo hace. Nos hace saber lo valientes que
somos y la disposición que tenemos. El miedo pasa, pero la vida también se va
junto con él, entonces, ¿por qué no vencer el miedo?
¿Acaso no te daba seguridad?
Desde que terminamos, me he
culpado por ser una mala novia. Una novia que reclamaba, se enojaba, que era
intensa en todos los sentidos. Una novia que amaba fuertemente y solo quería
estar con el hombre de su vida.
Esta carta lleva semanas escribiéndose
sola, yo solo plasmo las letras, y mientras pasan los días, me he dado cuenta
que no es mi culpa lo que ha pasado, que aunque es mi responsabilidad, no tengo
la culpa del todo. Yo ame, idealice, me deje llevar, me entregue y di todo,
hasta más de la cuenta, pero culpa no es.
Ahora, no sé porque en ti si hay
tantas culpas, ¿acaso sabes que hiciste algo mal?
Ninguno de los dos estaba listo
para esta relación, menos para convertirla a una a distancia. Fuimos un par de
personas rotas que al estar solas decidieron unirse y pasar el tiempo juntos,
luego, quizá sí nos enamoramos. Pero listos, no estábamos.
No te voy a mentir, me ayudaste a
curar varias heridas que llevaba por dentro, otras más se abrieron. Yo sí te
amé, yo sí me enamoré. ¿Pero dónde quedo aquel del que lo hice? A veces ya no
te reconozco, o tal vez ese eres tú realmente y la idea que tenía de ti solo
era eso, una idea del hombre perfecto.
Me he cansado de pelear, de decir
lo que siento y solo se entienda lo que tú quieres. Estoy exhausta de intentar
hacerte entrar en razón o al menos que comprendas lo que se siente. Aun así me
llamas “egoísta” por no comprender cosas que no te atreves a decirme.
Posiblemente esta historia ya llego
a su fin, o a lo mejor, la vida nos tiene preparada una sorpresa. No lo sé, la
vida es toda una ruleta y nunca se sabe que va a pasar, pero sí como lo
queremos vivir, y por ahorita esto se ha quedado así. En puntos suspensivos,
que día a día, se van borrando uno por uno.
Vas a ser el amor de mi vida en
todas las vidas. Pero no el amor para vivir todas ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario